COCHE ELÉCTRICO

De 500 km a 300: así funciona el “tramposo” sistema que te dice la autonomía “real” de un coche eléctrico

Se llama Worldwide Harmonized Light-Duty Test Procedure (WLTP) y no suele ser muy realista con la autonomía real de un coche eléctrico.

Tesla
Tesla

Si te quieres comprar un coche eléctrico, no te fíes ni lo más mínimo de la autonomía que te venda la marca.

Este es el resumen que vale prácticamente para cualquier modelo dado que la Worldwide Harmonized Light-Duty Test Procedure (WLTP), el nombre que se le puso al nuevo estándar centrado en la medición de CO2 y alcance en vehículos, se permite el pequeño lujo de mostrar unos resultados que, en la práctica, poco tienen que ver con la autonomía real de cualquier eléctrico.

Algunos te dirán que tiene 300 kilómetros, otros 500 y los más venidos arriba hasta 700, pero el problema es que cualquier detalle puede influir en esa realidad.

En la práctica es algo similar al consumo que acreditan los coches sobre sus modelos de combustión, pero con la salvedad de que en este caso la cifra tiene tantas variables que te pueden dejar sorprendido.

El famoso experimento de Auto Bild con 36 coches eléctricos a 130 kilómetros por hora dejó claro que las medidas de WLTP no son precisamente fieles a lo que dictan las marcas, pero la clave está en que algunos modelos directamente ofrecen una autonomía real que es casi la mitad que la que vende el fabricante.

A partir de 130 km/h, la autonomía de los eléctricos cae en picado.
A partir de 130 km/h, la autonomía de los eléctricos cae en picado.

El aire acondicionado o la propia velocidad constante altera, y mucho, la autonomía real de cualquier coche eléctrico. Y nadie parece querer desmentir o hacer nada al respecto.

La clave está en el sistema que mide esta autonomía: el Worldwide Harmonized Light-Duty Test Procedure. Entró en vigor en 2017 para intentar ofrecer autonomías más ajustadas a la realidad en los coches y no parece haber conseguido el objetivo pese a que lleva vigente cerca de seis años.

Lo peor de todo es que el sistema anterior era aún más injusto con la realidad que el actual, que en algunos casos deja entrever que un coche con una autonomía vendida de 500 kilómetros se queda en 300 como pongas el aire acondicionado o vayas a una velocidad constante de 130 km/h.

Toyota
Toyota fabricará coches eléctricos, pero no serán en centro de su estrategia.

Algunas marcas como Toyota no han apostado todo a los coches eléctricos. En este caso, el fabricante japonés ha preferido mantenerse cauto dado que entiende que el mercado de los vehículos eléctricos no necesariamente tiene que ser el futuro.

Están los coches de hidrógeno e incluso opciones como coches que utilicen un carburante no contaminante. Sea como sea, lo cierto es que el sistema de medición de autonomía de los coches está años luz de la realidad del día a día.

El estudio de Auto Bild dejó claro que a una velocidad constante de 130 km/h la autonomía de los eléctricos cae en picado. Eso sin entrar a hablar del coste que supone una carga rápida o de como esta misma afecta al estado de la batería. Con este cuadro, es difícil no creer a Toyota en su pretensión de ser cauto a la hora de fabricar y reconvertir todas sus fábricas de ensamblaje al coche eléctrico.

La otra cuestión que hay que tener en cuenta es cómo se deterioran las baterías con el paso del tiempo y lo que cuesta repararlas. Por poner un ejemplo que ha arrasado en las redes sociales, Tesla es una de esas marcas fetiche de los coches eléctricos que ha conseguido llevar el coste de reparación de sus baterías (que básicamente consiste en una sustitución) a los 15.000 euros como mínimo.

Existe la posibilidad, tal y como ha detallado a CHASIS CERO Ángel Gaitán, el propietario de GT Automoción, de que se cambie la batería por módulos dejando el coste en algo más de 800 euros, pero la realidad es que Tesla ha puesto punto y final a esta posibilidad impregnando de un gel rosado los módulos para que sea imposible cambiarlos.

Con el tiempo, las baterías se deterioran y pierden capacidad. Y eso es un síntoma de cambio claro. No hay baterías eternas, pero sí costes elevados para cambiarlas.