Un joven de Barcelona se ha convertido en el centro de atención del mundo del motor tras su reciente experiencia con un Mercedes AMG, comprado de segunda mano en el concesionario Laster Motor de Terrassa por 58.000 euros. Aunque el vehículo parecía estar en buen estado, el propietario pronto descubrió que había mucho más de lo que se veía a simple vista. Para resolver el asunto, acudió al reconocido mecánico Ángel Gaitán, quien destapó varias sorpresas preocupantes.
Este no era el primer Mercedes que el joven compraba. En una ocasión anterior, había adquirido un modelo similar a través de un compraventa, pero la transacción resultó ser un fiasco. El coche tenía daños que no le fueron comunicados, lo que provocó una amarga experiencia para el cliente. Decidido a no repetir el error, en esta ocasión optó por comprar en un concesionario oficial de Mercedes, confiando en que sería un trato más seguro. Sin embargo, la realidad fue diferente.
Al llevar el coche al taller de Ángel Gaitán, el mecánico notó varias deficiencias. El diagnóstico inicial reveló un "golpe estructural", aunque Gaitán aclaró que, si bien no era un daño catastrófico, sí era lo suficientemente grave como para haber sido informado antes de la compra. Entre los desperfectos, se encontraban los tubos de escape sueltos, los pases de rueda mal colocados y un parche evidente en la aleta trasera. Además, la zona trasera del vehículo, donde estaba el golpe, había sido reparada, pero no de manera adecuada, lo que evidenciaba problemas con los brazos de suspensión. Estas irregularidades eran visibles en el historial del coche, disponible a través de un informe Carfax que el concesionario debería haber consultado.
El cliente, molesto por la falta de transparencia, también mencionó que durante su uso el coche llegó a perder un faro. Estas deficiencias, unidas a las revelaciones de Gaitán, dejaron en evidencia la falta de una inspección exhaustiva por parte del concesionario. Según el mecánico, este tipo de situaciones son evitables cuando se compra en países como Alemania, donde la normativa exige que se entregue un historial completo de siniestros antes de cualquier venta. En su opinión, este tipo de problemas no deberían ocurrir al comprar en un concesionario oficial.
El problema no era solo la falta de información, sino también el valor de reventa del coche. El cliente intentó vender el vehículo para adquirir otro más potente, ya que necesitaba más caballos para arrastrar cargas, pero el golpe estructural afectó directamente su precio. Inicialmente, le ofrecieron 40.000 euros, un valor que, según Gaitán, fue generoso teniendo en cuenta el daño. Sin embargo, el cliente sintió que había sido estafado nuevamente, ya que esperaba un mejor trato por parte de un concesionario de renombre.
Este caso pone de relieve la importancia de realizar inspecciones rigurosas antes de comprar un coche de segunda mano, incluso si se trata de concesionarios oficiales. Gaitán subrayó la necesidad de contar con equipos y herramientas especializadas para identificar estos problemas y aseguró que en su taller no externalizan servicios, garantizando así una revisión detallada. También hizo un llamado a la transparencia en la compra-venta de vehículos, especialmente cuando hay daños estructurales involucrados.
Finalmente, el mecánico lanzó una advertencia general para los compradores de coches de ocasión: no importa si se adquiere un vehículo en un concesionario oficial o en otro tipo de establecimiento, es esencial revisar el historial de siniestros y realizar una inspección exhaustiva para evitar sorpresas desagradables. En este caso, la digitalización de los servicios y la correcta utilización de informes como el Carfax pueden marcar la diferencia entre una compra satisfactoria o una gran decepción.