La correa de distribución es un elemento vital del motor de un coche. Se encarga de coordinar el movimiento del cigüeñal y del árbol de levas, haciendo que las válvulas se abran y se cierren sin golpear los pistones.
Por eso, es importante que se cambie en el plazo de tiempo o kilómetros recomendado por el fabricante. Si no lo hacemos, corremos el riesgo de que se rompa, lo que puede provocar una avería muy costosa.
¿Cuándo hay que cambiar la correa de distribución?
El intervalo de cambio de la correa de distribución suele estar entre los 60.000 y los 120.000 kilómetros, dependiendo del coche. También puede depender de la antigüedad del vehículo. En general, se recomienda cambiarla cada 5 años.
¿Cómo saber si la correa de distribución está en mal estado?
Hay algunas señales que nos pueden indicar que la correa de distribución está en mal estado y que debemos cambiarla. Estas señales son:
- Grietas o desprendimientos de material en la correa.
- Pérdida de tensión de la correa.
- Dificultad para arrancar el coche.
- Emisión de humo negro al arrancar.
- Sonido repetitivo de tic-tac en el motor.
Truco sencillo para proteger la correa
Podemos prolongar la vida útil de la correa de distribución lubricándola de forma periódica. Para ello, podemos utilizar un producto rehidratador de gomas, que se vende en cualquier tienda de automoción por entre 10 y 20 euros y son los mismos que se emplean en detallado de coches para cuidar las gomas de los cristales y las puertas.
La lubricación de la correa ayudará a evitar su resquebrajamiento y rotura prematura, y también la protege del polvo, el barro y la suciedad.
¿Qué hacer si la correa de distribución se rompe?
Si la correa de distribución se rompe, lo más probable es que el motor se averíe. En el mejor de los casos, habrá que sustituir la correa y el tensor. En el peor de los casos, habrá que sustituir el motor completo.
El coste de la reparación puede ser muy elevado, por lo que es importante que cambiemos la correa de distribución en el plazo recomendado por el fabricante.
