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Coches que parecen rápidos, pero que andan menos que una furgoneta (II)

Que su aspecto no te deje engañar, hay bicicletas más rápidas

Ya lo dijimos tiempo atrás: las apariencias, a veces, engañan. La forma de un coche es como la del cuerpo humano, es lo primero que nos entra por la vista. Luego, si indagamos un poco más fondo, es probable que nos podamos llegar a sorprender, pero también decepcionar al ver que ese enorme potencial que había bajo la piel, en el fondo, no es más que una coraza que cubre un conjunto peor que mediocre.

Hay muchísimas marcas de renombre que han ofrecido productos de calidad cuestionable y han cobrado a precio de oro solo por el nombre que tienen, o simplemente han usado una denominación legendaria para vender algo que no está a la altura de las expectativas. Hay casos en los que la intención era más o menos buena, mientras que en otros, simplemente, tener una cara bonita y un corazón insulso fueron la clave de su ataúd. Por eso presentamos cinco ejemplos de coches que parecen rápidos, pero que no andan más que una furgoneta.

Ferrari 208 GTB/GTS (1980 - 1981)

En 1980, Ferrari presentó una versión de 2.0 litros del 308, llamados 208 GTB (coupé) y 208 GTS (targa). Estaban ideadas principalmente para el mercado italiano, donde los vehículos nuevos con motores de más de 2.0 litros estaban sujetos a un impuesto al valor añadido mucho más alto, 38 % en lugar del 18 % estándar. Sirviendo como reemplazo del 208 GT4 2+2, a menudo se lo considera el Ferrari más lento jamás fabricado.

Aunque demostró ser más rápido que el 208 GT4 Bertone en una prueba realizada en 1980 por la revista estadounidense Motor Trend, su motor V8 de 1.990 centímetros cúbicos y sus cuatro carburadores Weber apenas podían entregar más de 155 CV y 170 Nm. Ferrar nunca se ha atrevido a anunciar las prestaciones reales del coche, pero las pruebas apuntan a un 0 a 100 km/h de unos nueve segundos y una velocidad máxima de 215 km/h... Casi cualquier utilitario moderno podría ponerle en aprietos, lo que resulta un tanto chocante.

Mercedes-Benz E 200 Diesel (1995 - 2003)

Vale, sí que es cierto que la segunda iteración de la Clase E tal y como la conocemos (W210) no se diseñó pensando en la estética más deportiva, ni más juvenil ni más accesible para el público, especialmente cuando hablamos de las vertientes firmadas por AMG. Pero estando a finales de los 90, ¿te imaginabas que había una versión de este Mercedes-Benz que hacía el 0 a 100 km/h en torno a los 20 segundos y ni siquiera llegaba a los 180 km/h?

Sorprendente, pero cierto. Durante sus tres primeros años de vida, la firma de la estrella de tres puntas estableció el escalón de acceso con el E 200 Diesel, un bloque de cuatro cilindros diésel atmosférico de 2.0 litros. Con 88 CV y 135 Nm, el velocímetro lograba marcar los 100 km/h desde parado en 17,7 segundos y apenas acariciaba los 177 km/h. A partir de 1998, con la llegada de las versiones turboalimentadas 200 CDI (116 CV/250 Nm) y 220 CDI (143 CV/315 Nm), tanto las prestaciones como los consumos mejoraron sustancialmente.

Chevrolet Camaro “Iron Duke” (1982 -1992)

“Chevrolet Camaro”. Sin duda, uno de los nombres que nos llevan inmediatamente a la era de los icónicos muscle cars. Potencia a raudales y un diseño imponente. Pero eso no fue lo que pasó en la década de los 80, cuando llegó la tercera generación del popular modelo de General Motors. La segunda Crisis del Petróleo todavía hacía mella, y los fabricantes de los Estados Unidos tenían que ponerse las pilas antes los eficientes productos extranjeros.

Con esa idea, Chevrolet montó un motor de cuatro cilindros y 2.5 litros en el Camaro. Este bloque, conocido como “Iron Duke”, entregaba 93 CV y 182 Nm que bien podía ir asociado a un cambio manual de cuatro o cinco relaciones, o a uno automático de tres. Con está última hacía el 0 a 100 km/h en casi 20 segundos, pudiendo apenas sobrepasar los 170 km/h con mucha paciencia. Era tan lento que se ganó muchas mofas en los cuatro años que estuvo a la venta. Incluso se llegaba a decir que los autobuses escolares tenían que adelantarlo.

Smart Coupé/Roadster (2002 - 2005)

Quizá no sepas que Smart llegó a construir un deportivo, pero al estar bajo el paraguas de Mercedes-Benz, se sabe que lanzan variantes Brabus de sus modelos de dos y cuatro plazas. En 2003, el peculiar Coupé y el Roadster de menos de 900 kilos llegaron a las calles con un diseño muy llamativo, una posición de conducción muy baja y un motor turboalimentado colocado tras los asientos junto a una transmisión secuencial.

¿No me dirás que no suena a la receta perfecta para todo entusiasta del automóvil? Porque bien podría haberlo sido. Sin embargo, su motor de 698 centímetros cúbicos, aún con turbo, entregaba bien 61 CV y 95 Nm o 82 CV y 110 Nm. Si bien esas cifras podrían haberse salvado con una caja de cambios manual, la transmisión secuencial de seis relaciones de Smart era, cuanto menos, desesperante. Lenta para subir de marcha y aun más lenta al bajar. Al menos hubo una versión Brabus de 101 CV y 130 Nm que mejoraba un poco las prestaciones.

Volkswagen SP2 (1973 - 1976)

En los 70, Brasil estaba como loca por tener algunos deportivos debido a los altos impuestos de importación. El país tenía el Puma, de desarrollo propio, pero un Beetle recarrozado al fin y al cabo. Viendo esto, Volkswagen desarrolló el SP2 internamente a través de su división local para darle al país otra alternativa. En esta ocasión, tomando como punto de partida al 1600 Variant (también conocido como Tipo 3).

Su diseño en forma de cuña no dejaba indiferente a nadie. Y el interior te recibía con asientos de cuero y una posición de conducción baja. Todo te hace pensar que se trata de un coche rápido. Y aunque marcaba solo 890 kilos sobre la báscula, era más pesado que el Puma y estaba propulsado por un motor de 1.7 litros (¿te suena?) con una minúscula potencia de 65 CV . Esto resultó en una velocidad máxima de 160 km/h y un tiempo de 0 a 100 km/h de 17 segundos. Incluso para la época y la media del país, era un coche.