Curiosidades

El día que un viejo Peugeot salvó a la creación de un Aston Martin

Sin esa pieza del coche francés, el coche más potente que podías comprar en 1998 jamás habría sido posible

Cuando el equipo de ingeniería que había detrás del Aston Martin Vantage se dio cuenta de que el prototipo necesitaba ciertos refuerzos para sobrellevar mejor su alta potencia y par, recurrió a un salvador improbable: Peugeot. No siempre encuentras las cosas donde esperas pero no será ni el primer ni el último caso en el que podamos encontrar piezas de algunos coches modestos de otros que valen quizá cinco veces más. 

De hecho, entre los coches exóticos y los más mundanos están más vinculados de lo que puedas pensar a primera vista. Gracias a ello, podemos contar muchas curiosidades, como que el Lamborghini Miura compartía los faros con los del Fiat 850, que la segunda llave de un Bugatti Veyron es la misma que la de cualquier otro modelo del Grupo Volkswagen de la época o que el último modelo de Lotus, el Emira, use el motor de un aburrido Toyota sedán (aunque eso sí, sobrealimentado y convenientemente actualizado)

Pero la historia de cómo el humilde Peugeot 505 se vinculó a la creación del Aston Martin Vantage no se trata simplemente de compartir piezas, sino más bien un pensamiento lateral (y un poco de buena visión) resolvió un problema muy real. El episodio nos llega de la mano de Steve Edwards, que trabajaba como estudiante de ingeniería en Aston Martin en 1993. Durante el desarrollo de lo que eventualmente se convertiría en el V8 Vantage basado en Virage, el equipo encontró un problema bastante importante. 

El prototipo desarrolló tanto par motor que el diferencial seguía saliéndose de los soportes traseros. Recordando los números con los que estaban trabajando, el Vantage heredaba el motor V8 de 5.3 litros del Virage pero con un par de compresores volumétricos. El resultado eran unos sorprendente para la época (e impresionante para los estándares modernos) 558 CV de potencia y 752 Nm de par a 4.000 rpm. A comienzos de los años 90, no había apenas coches de producción que generasen más de 500 CV y 700 Nm.

¿La solución al problema de Aston Martin? Por lo que parece, el ingeniero principal sugirió emplear un sistema de transmisión por tubo de empuje, también conocido como un tubo de par, tubo central o puente basculante. Básicamente, es un cilindro hueco de gran diámetro, normalmente hecho de acero, conectado a un extremo al eje de transmisión, y el otro a la caja de cambios. A través de esa tubería pasa el eje de transmisión para enviar la energía del motor a las ruedas traseras. Era una técnica que ya empleaba el Ford Model T.

Peugeot 505 Break GTI (1986)
Peugeot 505 Break GTI (1986)

Las ventajas de un tubo de par se prestan para las aplicaciones de servicio pesado, dado que mejoran la rigidez estructural y ayudan a ubicar la transmisión y el diferencial. Sin embargo, era una tecnología que casi todos los fabricantes habían dejado de usar desde hacía muchos años. Sin embargo, hubo un coche que continuó usando una configuración: el Peugeot 505. Sí, el último tracción trasera construido por la firma del león continuó con un largo linaje de vehículos sólidos y fiables gracias a sus raíces en el 203 y el 404.

Si bien es un caso atípico en Occidente, el 505 fue adorado en lugares como África, ganando una reputación de funcionar en el terreno que se ofreciese, hasta tal punto que en los 90 y en los 2000, se rumoreaba que muchos habían desaparecido de Europa para ser enviados al continente, tanto de forma legítima como de otro modo. Su durabilidad se debió al antiguo espíritu de diseño de Peugeot, lo que significaba que era uno de los pocos coches que aun se vendía con la configuración de puente basculante más duradera.

“Cuando tenía 18 años, después de pasar una mañana hablando por teléfono, me enviaron por la autopista desde Newport Pagnell en una Ford Sierra azul hasta un patio de desguace llamado Three Arches, en Londres”, declara Edwards en el vídeo de Drive Tribe. “Allí compré un conjunto de diferencial y eje de transmisión de un 505 Break V6”. Desde ese momento, el equipo de 12 personas trabajó para instalar el tubo de par en el Vantage, lo que, como era de esperar, requirió de hacer innumerables cortes y ajustes. 

“Funcionó de maravilla... Hasta que las estrías del eje de transmisión comenzaron a gastarse al no estar diseñado para 550 BHP y 555 libras-pie de par”, menciona Edwards. El equipo aprovechó lo aprendido para crear una configuración que fuera adecuada para el modelo de producción. Así que ahí lo tienes, la improbable historia de cómo un Peugeot 505 cuya vida había terminado en un desguace salvó el desarrollo de una de las creaciones fundamentales de Aston Martin; y su versión Le Mans es una verdadera bestia.