Los compra-venta no quieren comprar ni Jaguar ni Land Rover. No todos, al menos. Y los que se lanzan a la piscina para hacerlo, ofrecen unos precios tan ridículos (en comparación con el coste de origen de esos vehículos) que pueden resultar hasta ofensivos. Hay muchos usuarios que se hicieron con un Jaguar o con un Land Rover de los últimos años y que ahora quieren quitárselos de encima de forma preventiva. Pero la venta en el mercado de segunda mano no está siendo precisamente lucrativa. Hoy hablamos de un caso de un propietario que ha ido a un compra-venta y se ha encontrado una fea sorpresa: su coche vale casi lo mismo que un Dacia Sandero.
Hay coches que no llegan a ser una inversión, pero casi. Comprarse un Ferrari o un Mercedes Clase G no es una mala compra dado que la curva de depreciación les afecta realmente poco. Sin embargo, con Jaguar o Land Rover empieza a ser dramático. Especialmente entre aquellos que pagaron costes superiores a los 60.000 euros para encontrarse que ahora no valen ni una sexta parte de lo que pagaron en su momento. La depreciación es evidente. Y todo por la falta de fiabilidad mecánica de los últimos modelos que tantos quebraderos de cabeza ha dado a sus propietarios.
Para hacernos una idea, hemos puesto en relieve un caso muy concreto: un Jaguar E-Pace del año 2020 con tan solo 83.000 kilómetros. Uno de esos modelos que no tienen precisamente buena fama entre los mecánicos que conocen estos vehículos. Estos coches tenían un precio que oscilaba en pleno año de la pandemia entre los 55.000 y 61.000 euros, aproximadamente y dependiendo de los extras. Sin embargo, tan solo tres años después, acudir a un compra-venta es desolador cuando ves lo que te ofrecen por este coche. El caso de este cliente es desolador: de pagar esa ingente cantidad de dinero a que te ofrezcan tan solo 16.500 euros.
Estos coches se pueden encontrar en el mercado de segunda mano por un precio mínimo de unos 25.000 euros (con esos kilómetros) y una media real de unos 30.000. Que un compra-venta dé tan poco dinero es toda una declaración de intenciones de cómo está el coche. Hay algunas ofertas más bajas, pero solo los comentarios hacen sospechar.
Este drama de la depreciación empuja cada vez más los precios de estos coches al suelo. Es un problema que en el mejor de los casos puede acabar por malvender el coche. La realidad que se puede ver en estos establecimientos es que cada vez son más los profesionales que no quieren revender un Jaguar o un Land Rover. Que ofrezcan estos precios de derribo es sencillo: quieren cubrir también las posibles reparaciones previas que tengan que hacer en el vehículo para ponerlo a la venta o directamente tener una bolsa de dinero para responder con la garantía que están obligados a dar. Un coche de 60.000 euros vendido tres años después por 16.500. Y esto en caso de que quieran comprarlo.
