SILENCE

Se compra una moto eléctrica que le fallan hasta los intermitentes y la marca se desentiende: "Nada que alegar"

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Silence S01

Francisco Marcos, originario de la isla de Gran Canaria, tenía grandes expectativas cuando adquirió su moto eléctrica Silence S01 el 12 de agosto de 2020 por 5.122€ a través del distribuidor oficial Silence Canarias en las instalaciones de Honda Canarias, propiedad del Domingo Alonso Group, S.L. Sin embargo, lo que prometía ser una experiencia emocionante se convirtió en un verdadero calvario.

Desde el primer mes de uso, la moto se convirtió en un constante dolor de cabeza para Francisco. Entre los problemas que experimentó se encontraban presuntos engaños en la publicidad (tal y como detalla el propio afectado), fallos leves en diversos componentes y lo que resultó ser aún más preocupante: fallos graves que ponían en riesgo su seguridad, tal y como ha relatado.

Los problemas de Francisco con su moto Silence S01 incluyen una lista de deficiencias tanto en el funcionamiento como en la calidad de los componentes. Desde fallos o errores en la autonomía y la velocidad anunciada hasta problemas con la alarma y fallos en componentes críticos como las manetas de freno, la moto demostró ser una fuente constante de frustración y peligro para su propietario.

A pesar de numerosas visitas al taller y múltiples intentos de reparación, los problemas persistieron. Francisco tuvo que lidiar con una serie interminable de cruces de llamadas, correos electrónicos y mensajes de WhatsApp con representantes de Silence en Barcelona, sin obtener ninguna respuesta satisfactoria. Incluso después de que la garantía expirara, la empresa se desentendió por completo de los problemas de Francisco, tal y como ha relatado, dejándolo con una moto inservible y sin ninguna solución a la vista.

La situación se volvió aún más desesperada cuando la moto dejó de encender y la batería dejó de cargar, dejándola inútil y acumulando polvo en su garaje. Francisco, incapaz de costear las reparaciones por su cuenta, se vio obligado a recurrir a un abogado de oficio para intentar resolver su situación legal, aunque este proceso avanza a paso lento y con obstáculos.

Para empeorar las cosas, Francisco descubrió que no está solo en su lucha. Gracias a un grupo de usuarios en Telegram, pudo conectar con otros propietarios de motos Silence S01 y Seat MÓ (fabricadas por Silence bajo un acuerdo con Seat) que experimentaban problemas similares. La existencia de este grupo confirmó que los problemas que enfrenta Francisco son parte de un patrón más amplio de problemas de calidad y servicio al cliente por parte de Silence.

Con su moto eléctrica ahora en desuso y su confianza en los vehículos eléctricos erosionada, Francisco espera que su historia sirva como advertencia para otros consumidores. Mientras continúa luchando por una solución justa, su experiencia destaca la importancia de la transparencia y la responsabilidad por parte de las empresas en la industria de vehículos eléctricos.