El cuidado del medio ambiente y la búsqueda de vías menos contaminantes de movilidad se ha convertido en una de las grandes apuestas de las principales marcas de coches a lo largo y ancho del mundo.
Algo que también parece haberse convertido en una "obsesión" para las administraciones públicas, que no han dudado en apostar por financiar diferentes proyectos para potenciar la movilidad "sostenible y ecológica".
Algo que se puede comprobar a nivel nacional e internacional, siendo muchos los nuevos proyectos políticos que están centrados en acabar con los automóviles más contaminantes de cara a los próximos años.
Una situación que muchos españoles han podido comprobar en sus viajes a la capital española, donde los coches menos "eco-responsables" han dejado de ser bienvenidos.
Tanto, que el sistema de "etiquetas medioambientales" se ha convertido en una verdadera pesadilla para muchos conductores de Madrid, incluyendo a los propios capitalinos, que han dejado de poder circular libremente por su ciudad debido a las decisiones tomadas por el Ayuntamiento y, en especial, por el delegado de Medioambiente y Movilidad, Borja Carabante.
Unas restricciones de movilidad para los coches más contaminantes que, en muchas ocasiones, han venido acompañadas de proyectos y ayudas públicas para la compra de vehículos "eco", como sucede en el caso de la Comunidad de Madrid y su plan MOVES, centrado en incentivar la adquisición de vehículos más eco-responsables y eléctricos.
Vehículos que, sin embargo, parecen no ser tan beneficiosos para el medio ambiente como cabría esperar. Algo que ahora ha confirmado un informe elaborado por Transport & Enviroment (T&E), en colaboración con Ecodes, asegurando que los vehículos híbridos enchufables "contaminan más" de lo que las propias marcas fabricantes afirman.
LOS HíBRIDOS ENCHUFABLES, EN EL PUNTO DE MIRA
Así pues, T&B ha encargado a la universidad Tecnológica de Graz, en Austria, el estudio de tres modelos híbridos enchufables.
En concreto, tres modelos de diferentes gamas y marcas, que prometen ser de lo más "responsables" con la contaminación: un BMW Serie 3, un Peugeot 308, y un Renault Mégane.
Tres modelos que cuentan con la última generación de la tecnología híbrida enchufable, y que parecen haber dado el mismo resultado: contaminan más de lo que se dijo en un primer momento.
Y es que, según el estudio, los tres modelos emitieron más CO2 del anunciado cuando se probaron en carretera.
"El BMW contaminó hasta el tripe de su clasificación oficial en un trayecto interurbano típico" han señalado desde T&B, que ha señalado al Serie 3 como el coche más "mentiroso" en esta cuestión. Y es que los otros dos vehículos testeados parecen haber dado un mejor resultado, aunque no por ello el deseado.
"Los híbridos enchufables Peugeot 308 y Renault Mégane obtuvieron mejores resultados, pero siguieron contaminando un 20% y un 70% más de lo afirmado, respectivamente, a pesar de la distancia relativamente corta de ida y vuelta recorrida, de cerca de 55 kilómetros" lamentan desde el informe.
"Los híbridos enchufables se venden como una solución para reducir las emisiones, pero las pruebas en condiciones reales demuestran que no es así" asegura el responsable de transporte y movilidad de Ecodes, Cristian Quílez.
Una demostración, tal y como asegura Quílez, de que las actuales políticas de descarbonización de las ciudades, y las etiquetas medioambientales como las de Madrid, no están acertadas en la comparativa entre los coches híbridos enchufables y los puramente eléctricos.
Una situación ante la que las organizaciones responsables del estudio han solicitado a las diversas administraciones públicas que eviten subvencionar este tipo de vehículos, debiendo optar en su lugar por "alentar a las empresas a utilizar coches eléctricos de batería".
Una modificación "urgente" que podría afectar al sector automovilístico; especialmente, en el caso de las ventas a empresas, que optan en un 71% por este tipo de vehículos.
Datos que, a su vez, también demuestran que las medidas adoptadas actualmente por muchas administraciones no sólo no tienen en cuenta la capacidad económica de los conductores, sino que tampoco parecen tener un conocimiento real de la contaminación que producen estos vehículos.
