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Coches que parecen rápidos, pero que andan menos que una furgoneta (I)

Algunas Volkswagen Multivan podrían adelantarlos sin esfuerzo

A veces, las apariencias pueden ser engañosas y no siempre derivan en una gran aceleración o velocidad máxima. Un diseño bien perfilado, la presencia de grandes alerones y tomas de aire por doquier, nos hace pensar que hay un corazón mecánico cuanto menos potente bajo el capó de algunos coches.

Y no, no nos estamos refiriendo a los paquetes deportivos con motores de acceso, véanse los packs M (BMW), AMG (Mercedes-Benz), S line (Audi), R Line (Volkswagen) y un largo etc. Hablamos de vehículos que fueron creados con la idea de ofrecer una estética y un tacto de conducción más dinámico, pero con la idea de hacerlos accesibles a un público más amplio, se contuvieron parte de los costes con motores bastante descafeinados, al menos en lo que respecta a que se ven más meteóricos de lo que son.

Ferrari Mondial (1980 - 1993)

En la década de los 80, el mundo recibió el legendario Ferrari Testarossa y F40. El Mondial, lanzado en Salón del Automóvil de Ginebra en 1980, su diseño iba acorde con lo que podría uno esperar de la firma del cavallino rampante, como un frontal inclinado, y una pareja de entradas de aire para enfriar el V8 montado en el medio. Ciertamente, la presencia es la de un superdeportivo. 

Lamentablemente, su rendimiento no te dejaba con el mismo sabor de boca. Su propulsor V8 de 3.0 litros generaba apenas 214 CV y 244 Nm, lo que significaba que el Mondial se abría paso a de 0 a 100 km/h en nueve segundos, aunque algunas pruebas afirman que están más cerca de los 10 segundos. Con suficiente espacio, llegaría a 230 km/h, oficialmente. Y todo ello con un consumo que no tiende a bajar de 20 l/100 km. Por suerte, el paso de los años trajo al Mondial Quattrovalvole de 270 CV (1985) y el Mondial T de 300 CV (1989).

Hyundai Coupé (1996 - 2009)

Aunque tuviese su ganada reputación como coche poligonero, el Hyundai Coupé no era un coche feo. Su perfil elegante y deportivo y lo hizo popular especialmente en 2002, cuando la segundo generación llegó. De manera muy básica, Hyundai apuntaba al mercado más joven que quizás quería un coche atractivo sin tener que pagar mucho en su mantenimiento ni en el coste de las piezas. 

En el caso de las versiones de acceso de las primeras iteraciones del modelo (1996), donde el cierre centralizido destacaba por su ausencia y el aire acondicionado era opcional, el motor de 1.6 litros con sus 114 CV y 143 Nm, lanzaban a este ligero 2+2 hasta los 100 km/h en 11,2 segundos, y a fondo llegaba a 193 km/h. Gracias a sus 1.235 kg, se movía con agilidad, y con la segunda generación llegaron más lujos y un motor V6 de 2.7 litros que entregaba 167 CV y 245 Nm. Estos se diferencian por sus dos colas de escape, una a cada lado (de serie).

Ford Mustang King Cobra (1978)

Míralo y dime que no parece un Mustang muy potente. Bien, bajo su capó hay un motor V8 de 4.9 litros (302 Windsor) de 142 CV y 339 Nm. Las pruebas de la época relatan un 0 a 60 mph (0-96 km/h) en 10,5 segundos y una increíble punta de 171 km/h. Apenas una década antes, el Mustang Super Cobra Jet se lucía con 375 CV y 610 Nm oficiales, aunque los bancos de potencia realmente demostraron que entregaba un 50 % de lo anunciado. 

¿Cómo un enorme V8 puede generar unas prestaciones tan paupérrimas? Cuando llegó este coche al mercado, la Crisis del Petróleo había hechos estragos en la economía de los Estados Unidos, buscando por primera vez hacer motores más eficientes con el consumo de gasolina y limitando las emisiones. El convertidor catalítico y el sistema de escape robaban casi toda la energía de unos motores que tenían ya muchos años a sus espaldas, y aunque es posible que a nadie le importe, fijaba un “increíble” consumo medio de 7,2 l/100 km.

Porsche 914 (1969 - 1976)

Volkswagen quería construir un deportivo para ensalzar su imagen, y Porsche necesitaba un reemplazo para el 912. Ambos intimaron y se concibió el 914. Su diseño aerodinámico con los faros plegables, los pasos de rueda abultados y su condición de biplaza de motor central lo hacían muy atractivo sobre el papel. No así su motor de 1.7 litros derivado de los que se empleaban en las Volkswagen T2.

Adaptado para el ligero biplaza, sus 80 CV y 133 Nm le valían para hacer el 0 a 100 km/h en 13 segundos y llegar hasta los 175 km/h de velocidad máxima... Con mucha calma (de 0-160 km/h en 45,7 s). Por suerte, poco después acabaría llegando el motor de seis cilindros bóxer de 2.0 litros de 911T de 1967. Con algo más de 100 CV y 150 Nm y sus 950 kilogramos de masa, mejoraba el sprint hasta los 100 km/h justo por debajo de los 10 segundos y los 190 km/h de máxima quedaban asegurados. Aunque aquí, son más las sensaciones.

Volkswagen Karmann Ghia (1955 - 1974)

Con el Beetle vendiéndose como churros, Volkswagen acabó contando con los recursos para hacer más que solo sobrevivir, sino también para prosperar. Con el aumento de los ingresos después de la austeridad de la guerra y los años inmediatamente posteriores, la gente tenía dinero para gastar en coches que eran más que meras herramientas. El Karmann Ghia fue el resultado, con un estilo deportivo y moderno cortesía del famoso carrocero italiano.

Sin embargo, en el fondo era un Beetle, y eso significaba compartir los motores (a menudo bastante letárgicos). Inicialmente, había un motor de cuatro cilindros y 1.2 litros refrigerado por aire que generaba 34 CV y ​​un tiempo de 0 a 100 km/h en 30 segundos; no iba mucho más allá tampoco. Aún así, se veía genial, adquirió un estatus de culto que se mantiene hoy, y Volkswagen los vendió a patadas: 445.000 unidades durante un período de 19 años, de los cuales, el 81 % con coupés y el montón restante descapotables.