La Guardia Civil, bajo la dirección del Juzgado de Instrucción nº 1 de Alcalá de Henares, ha desarticulado un activo grupo criminal especializado en el robo de vehículos. Pero no uno de poca monta, si no uno que falsificaba la documentación de los mismos para convertirlos en coches legales y poder venderlos a terceros países. A continuación, te contamos todos los detalles de la “Operación Biturbo”.
La benemérita comenzó con la investigación hace más de un año, cuando la Unidad Central Operativa (UCO) detectó la actividad de un grupo especializado en robar vehículos sin usar la fuerza, y concretamente tras detectar un importante aumento en el número de robos de algunas marcas y modelos. Con la ayuda de la redes de cooperación policial internacional, la Guardia Civil vio que este grupo criminal presentaba ramificaciones internacionales, ya que los coches robados en España se vendían fuera de la frontera.
Del mismo modo, esos vehículos sustraídos en otros países europeos tras ser falsificados, se vendían como coches legales en nuestro país. La fluida cooperación entre cuerpos permitió a la Sección de Delincuencia Organizada del Automóvil de la UCO la localización de uno de esos coches en el noreste de Madrid, el cual había sido robado en Alemania en agosto 2022. Por ese mismo camino se recibió información de primera mano sobre la sustracción de otro vehículo (también en Madrid) que fue recuperado en Hungría.
Imagina que compras tu nuevo y flamante coche, lo guardas en un garaje y apenas le quitas el ojo de encima, y en un descuido, ves que ha desaparecido sin dejar rastro
¿Cuál era el modus operandi? Según la Guardia Civil, todos los miembros de esta organización transitaban primero por varias ciudades españolas buscando los posibles vehículos a robar. Una vez localizados y controlados los horarios de sus propietarios, se desplazaban hasta el lugar y, a través de una herramienta informática artesanal dotada de un software malicioso que permitía burlar las medidas de seguridad electrónicas instaladas por el fabricante del coche, abrían y arrancaban el vehículo en un instante sin forzarlo.
Posteriormente, les instalaban matrículas de vehículos legales de la misma marca, modelo y color, y los dejaban aparcados en lugares públicos previamente fichados. Debido a la gran cantidad de coches aparcados en dicha zona, pasaban desapercibidos, de modo que podían tenerlos durante varios días estacionados para verificar si equipaban en sus entrañas algún dispositivo de geolocalización que hiciera que fueran recuperados por el propietario o por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Hasta ahora, no era el caso.
Gracias a una baliza GPS, los ladrones estudiaban los hábitos de los dueños para aprovechar un momento de despiste y, en apenas unos segundos, robarle el coche sin forzarlo
Pero, espera un momento. ¿De dónde sacaban las placas de matrícula? Porque, en verdad, se trataban de identificaciones reales. Bien, para la falsificación de las placas pertinentes de los coches robados, con la idea de que superaran una eventual inspección policial, contaban con la ayuda de un taller mecánico situado en la localidad de Alcalá de Henares, propiedad de uno de los miembros del grupo criminal. Sometida esta persona a una vigilancia continua y discreta, los agentes pudieron corroborar lo que sospechaban.
Ya con las nuevas matrículas instaladas, los coches eran trasladados a diferentes puntos del país y llevados a otros miembros de la organización que se encargaban de modificaban los registros físicos del coche, tales como el número de bastidor o los adhesivos identificativos del fabricante, y los electrónicos, cambiando los números de registro grabados en la unidad de control electrónico (ECU). A la par, hacían nuevas llaves codificadas con los nuevos datos para poder pasar con garantías una inspección más en profundidad.
La organización criminal centraba sus esfuerzos en vehículos híbridos (Kia y Hyundai, sobre todo) y contaban con un amplio arsenal de herramientas dedicadas a burlar su seguridad
Después, el grupo criminal utilizaba para ocultar los coches robados varias naves industriales ubicadas en Murcia y Alicante. Allí permanecían latentes a la espera de ser transportados al extranjero. Puesto que todos sus elementos identificativos, tanto físicos como electrónicos, habían sido falsificados con el fin de hacerlos pasar por vehículos legales en España, podían ser matriculados, obtener nueva documentación y ser vendidos en otros mercados con total legalidad. Aparentemente, nadie preguntaría si ese coche es robado.
Como seguramente hayas imaginado, la mayoría de esos coches eran destinados a Europa del Este. De hecho, la organización disponía de camiones góndola que transportaba dichos vehículos, habiéndose recuperado así varios de ellos y localizados otros tantos, como es el caso de uno sustraído en Madrid y localizado en la ciudad lituana de Uzbaliai. De esta forma, la “Operación Biturbo” ha metido entre rejas a cinco personas, tres de nacionalidad rusa, una rumana y otra española, así como la recuperación de 13 coches.
El nivel de coordinación del grupo y las medidas de contravigilancia que asumían para evitar ser detectados eran dignas de una instrucción militar de primer nivel
Entre los objetos incautados, la Guardia Civil destaca abundante material para el robo de los coches: una troqueladora de placas de matrícula, dispositivos de geolocalización, más de un centenar de llaves en blanco para programar, herramientas informáticas artesanales para abrir y arrancar los coches, y varios elementos de contravigilancia policial, como cámaras de grabación discreta o detectores e inhibidores de dispositivos GPS. Se trataba de un grupo criminal altamente especializado, por lo que no ha sido fácil destaparlo.