El peligro de la retroalimentación en motores diésel: los destruye en minutos

La retroalimentación provoca que el coche se revolucione al máximo, envuelto en una densa nube de humo hasta que se quema el motor. Por suerte, si actúas rápido podrás evitarlo.
 

Retroalimentación del motor
Retroalimentación del motor

No es un fenómeno habitual, pero también podría pasarte a ti. Imagina que vas conduciendo y, de repente, el motor diésel de tu coche se acelera al máximo y no puedes apagarlo aunque desconectes la llave.

Este fenómeno se conoce como retroalimentación y se caracteriza por la violencia y la rapidez con que se desata. Y, si no actúas rápido, porque tu coche podría terminar en el desguace.

Pero no todo está perdido. Si la detectas a tiempo, estás rápido y actúas tal y cómo vamos a enseñarte, la situación no pasará de un susto... y una factura en el taller mucho menor que la de un cambio de motor.

¿Por qué sucede la retroalimentación?

Si buscas retroalimentación en Google, YouTube o TikTok, encontrarás decenas de vídeos de coches envueltos en inmensas humaredas, como el que te dejamos a continuación. 

Lo primero que hay que decir es que la retroalimentación es propia de los motores turbodiésel. Se trata de un fenómeno se produce cuando una fuga de aceite en el turbo provoca que el aceite que se utiliza para lubricarlo acabe en el sistema de admisión. 

Una vez que ha sucedido esto, se produce una reacción en cadena que, por lo general termina con un trágico final. Y es que, el aceite del motor se comienza a quemar en la cámara de combustión, junto con el gasoil y el aire, provocando que el coche se acelere al máximo, emitiendo un sonido realmente atronador.

El hecho de que esté quemando aceite, hará que salga una gran cortina de humo por el escape, con un olor muy característico. Una vez que esto sucede, el coche se acelera al máximo, sin detenerse hasta que haya consumido todo el aceite del motor. Y, como imaginarás, llegados a ese punto la mecánica gripará.

Calar el coche es la única forma de pararla

Lo primero que dicen todos los afectados por la retroalimentación del motor es que era imposible parar el coche, incluso desconectando la llave. Y lo cierto es que no les falta razón, ya que desconectar la llave no tendrá ningún efecto. 

Sin embargo, existe una forma probada de evitar que tu motor se ‘autodestruya’: calarlo. Evidentemente, con el motor girando al máximo, vas a tener que esforzarte para conseguirlo.

De hecho, deberás frenar a fondo, poner el freno de mano, meter la marcha más larga que tenga el coche y soltar el embrague de golpe. Y es muy importante que lo hagas con total brusquedad, ya que si lo haces progresivamente podrías achicharrar el embrague… de modo que te será mucho más difícil calar el coche.

Si eres rápido y lo consigues, probablemente baste con poner un turbo nuevo… que al fin y al cabo sale mucho más barato que cambiar el motor por completo.

¿Y si el coche es automático?

Si la retroalimentación sucede en un coche automático hay un problema adicional: te será imposible calarlo. 

En este caso, lo que tendrás que hacer para que el motor se pare es evitar que le llegue aire. Para ello, deberás taponar el tubo que sale de la caja del filtro del aire hacia el motor, o bien, rociar con un extintor la admisión del coche, para evitar que llegue oxígeno al motor y este termine parándose.

Un último consejo: no arranques de nuevo el coche hasta que lo lleves al taller, o la retroalimentación volverá a hacer acto de presencia.